La gestión integral del paciente frágil y dependiente es fundamental para garantizar una calidad de vida óptima y la atención necesaria en su entorno. Este enfoque incluye la coordinación de diversas ayudas, desde la asistencia en actividades básicas como la alimentación y el aseo, hasta el apoyo en las actividades instrumentales de la vida diaria, como la gestión de medicamentos y el mantenimiento del hogar. Además, se requiere la intervención de servicios de trabajo social que faciliten el acceso a recursos comunitarios, así como un equipo de profesionales de salud y cuidado a domicilio que brinden atención personalizada y adaptada a las necesidades específicas del paciente.

De este modo, se fortalece la autonomía del individuo y se promueve su bienestar general, permitiéndole vivir con dignidad en su propio hogar.